El “face to face” ha desaparecido: Peligros de la interacción en redes sociales.Especial mención a los riesgos de los menores.

 In CIBERACOSO, DELITOS INFORMÁTICOS, REDES SOCIALES

Como siempre comento, no seré yo el que diga que las redes sociales son más perjudiciales que beneficiosas para el global de los mortales. Ni lo pienso, ni lo comparto. Ahora bien, no podemos obviar que esta facilidad de acceso a una innumerable lista de portales que ofrecen la posibilidad de relacionarse con otras personas, interactuar, comunicar, compartir, todo bajo un asumido anonimato, pues no sabemos a ciencia cierta si quién nos habla es realmente quién dice ser, no deja de ser inquietante. Ya no se trata de sentarse y mirarse a la cara. El contacto visual no existe. El cara a cara ha desaparecido. Podemos comunicarnos con cualquier persona que se encuentra, a su vez, en cualquier parte del planeta, en un chat, por ejemplo. Los riesgos e incertidumbres han aumentado, pues.

Más para los delincuentes o aquéllos que sin tener consciencia real que lo son, cometen actos delictivos, en muchos casos, “vanales” o inocentes para ellos, pero que no por eso dejan de ser ilícitos penales.

El primer culpable que ello ocurra, en algunas ocasiones, somos nosostros mismos. Descuidamos algunos aspectos mínimos de seguridad y prudencia, y somos víctimas de ciberataques.

Recordar aquí que no debemos aceptar solicitudes de “amigos” desconocidos, ir haciendo gala de algunos hechos privados que han ocurrido en nuestras vidas, utilizar posicionamientos para indicar dónde nos encontramos en cada momento, anunciar a los cuatro vientos quántos y qué días nos iremos de vacaciones, compartir fotografías o vídeos comprometidos, enviar fotos o vídeos a desconocidos etc., no sería necesario… Parece que son actos impropios de una persona adulta con un mínimo de sentido común.

Sin embargo, esto no es así. Los adultos seguimos cometiendo errores que, cada vez, se pagan más caros. El delito de suplantación de estado civil, art.401 CP, vía internet, empieza a ser frecuente, por ejemplo.

Mención a parte nos merecen los casos en los que la víctima es un menor. Por supuesto, que los padres o tutores del menor deberían ser los primeros responsables e interesados en saber qué, con quién y cuando su hijo interactúa a través de las redes sociales. Existen métodos suficientes para poder tomar medidas preventivas y de control parental. Si no lo hacemos es por simpatía y empatía: “Todos los de su clase tienen un perfil en Facebook”. ¿Os suena? Eso nos tendría que dar absolutamente igual. De la misma manera que podemos hacerle entender al menor que no podemos comprarle una consola cada dos meses, deberíamos actuar con la misma rotundidad y contundencia cuando nuestro hijo nos dice que quiere tener varios perfiles en redes sociales. Recuerdo que las mismas redes se han autoimpuesto una edad mínima generalizada de 14 años. ¿Cuántos padres le crean a su hijo un perfil siendo menor de esa edad? Eso podría subsanarse, pero ¿cuántos de esos mismos padres toman medidas de seguridad y prevención? Tan sólo con hacer uso del ordenador en presencia de los padres, sería suficiente. Y no temáis, no estási coartando la intimidad del menor! Estáis evitando cualquier contacto con terceros indeseables.

El ciberacoso a menores, o child gromming, ya reconocido como delito en nuestro Código Penal en su art. 183 bis, también está creciendo. El uso de las TIC para poder contactar con un menor de 13 años con la finalidad de cometer cualquier delito contra la libertad sexual y delitos sobre pornografía, es un delito perseguible y perseguido. Los menores pueden caer en los engaños de adultos que, haciéndose pasar por semejantes al menor, quieran obtener cualquier favor sexual, o utilizar técnicas de chantaje o coacción para conseguirlos. Especial atención pues debemos prestar a cambios en el comportamiento del menor que pudieran indicar que sufre algun tipo de acoso.

Los niños son ya ” de facto” hijos de la era del ciberespacio, pero no por ello podemosdespreocuparnos y consentir algunas actitudes. Recordemos los peligros y amenazas que se derivan del uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías, y con serenidad y mente fría, tomemos las medidas oportunas como padres de los menores, que, como siempre, también son la parte más débil de estas relaciones ciberespaciales!

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